Estudios relacionados
con el reconocido bullying en
Bogotá develan que los docentes también pueden potenciar o restarle fuerza al
acoso del que pueden ser víctimas los estudiantes.
En un colegio del
Distrito existe un muy buen estudiante, de grado sexto, cuyo promedio de edad
es inferior a los otros, pero es muy inteligente y realiza actividades
académicas de forma exitosa; sin embargo, cuando termina sus labores se dedica
a hacer desorden por todo el salón.
Un día, el profesor
le dijo: “Puntillita, al puesto”, y desde entonces sus compañeros comenzaron a
llamarlo frecuentemente de ese modo. “Posiblemente la intención del docente
nunca fue que eso se generara, pero eso forjó una acción repetida sobre el
estudiante y abrió espacio para el acoso escolar”, puntualiza el profesor
Edilberto Cepeda Cuervo, profesor de la Universidad Nacional de Colombia.
Según comenta Cepeda,
el “apodo” generó que el niño no quisiera asistir más al colegio ni compartir
con sus compañeros de la misma manera, por lo que el espacio escolar se
convirtió en un espacio de sufrimiento.
Cepeda realizó una
investigación con 3.226 estudiantes entre los 10 y 20 años de instituciones
educativas oficiales de la localidad de Ciudad Bolívar. Les hizo una encuesta
de 22 ítems relacionados con situaciones de acoso o matoneo que se pueden
presentar en su entorno.
El profesor explica
que, además de apodos, se encontraron gritos y preferencias de parte de los
profesores hacia ciertos estudiantes. Frente a esto, advierte: “La relación del
profesor debe ser muy cuidadosa. Obviamente, se sabe que en todo el país existe
una violencia fuerte de parte de los estudiantes a los profesores, pero en
general el profesor debe estar consciente de que está ejerciendo una actividad
profesional y debe ser muy cuidadoso en el trato con los estudiantes”.
Este fenómeno debe
darse más frecuentemente en espacios donde las relaciones entre los miembros de
las comunidades son difíciles, por lo que Cepeda sostiene que se necesita el
apoyo del Estado, del Ministerio de Educación Nacional y de la Secretaría de
Educación para que esas relaciones sean mejores.
Además, el estudio
encontró que las acciones en contra del matoneo escolar para una mejor
convivencia son muy escasas, aun cuando la Ley de Convivencia va en esa
dirección. Ante esto, el profesor de la U. N. sugiere que se deben
iniciar planes para formar a los docentes en el conocimiento del acoso escolar,
en las formas de prevención, así como en la generación de ambientes más
propicios para el aprendizaje.
En este sentido,
advierte que la escuela tiene la responsabilidad de detectar y prevenir el
acoso escolar. También señala que espacios como el descanso son importantes
para detectarlo, por lo que debe prestarse sería atención en estos momentos en
que los estudiantes están fuera de las aulas con el fin de observar sus
comportamientos y desarrollar actividades sociales para enseñarles a compartir
con el otro y promover una sana convivencia.
El tema fue
presentado por el profesor Cepeda en la charla titulada “Acoso escolar:
caracterización, consecuencias y prevención”, que se desarrolló en la Facultad
de Ciencias de la Institución.
Tomado de Agencia de Noticias UN-
Bogotá
D. C., ago. 15 de 2013 -
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