En
los países de América Latina, hay una brecha gigante, realmente enorme entre
ricos y pobres. Una brecha tan grande que se refleja en la calidad de vida,
trabajo y especialmente en la educación. No importa cuánto acceso tengan a la
educación los quintiles más bajos, si su realidad les impide asistir,
mantenerse y terminar sus niveles educacionales. Porque más allá de si la
educación privada es o no mejor que la pública (como se discute actualmente en
Chile), el problema mayor es que los estudiantes se encuentran inhabilitados de
continuar sus estudios.
¿Qué
los inhabilita? Probablemente, el motivo principal sea que cuando llegan a la
edad en que pueden trabajar, optan por ese camino. Su trabajo les permitirá
llevar más recursos a un hogar que está en constante déficit, por lo que son
más valiosos como fuerza de trabajo que como estudiantes. Los mismos padres,
los incentivan a buscar empleo para “mejorar” su situación. A corto plazo
parece una slaida más útil, sin embargo a largo plazo podría significar un
desempleo permanente.
La
infografía que exponemos a continuación, de GraduateXXI deja en clara evidencia
la diferencia entre un estrato socioeconómico y otro. Siendo el resultado más
grave el de Uruguay, donde las cifras reflejan que sólo un 14% del quintil más
bajo termina su secundaria y un 57,74% del más alto se gradúa.
Cuáles
son las razones, cómo solucionarlo y qué respuestas se pueden dar, es parte del
trabajo de los respectivos gobiernos, pero también del resto de la sociedad.
Aquellos que gozamos de una educación completa deberíamos sentir una responsabilidad
por encontrar respuestas y soluciones también.
Tomado de http://lincinews.com
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